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Mostrando entradas de noviembre, 2008

Algunas cosillas de China que me llamaron la atención

Ya estamos en casa. El viaje de prensa a la sede de Huawei en Shenzhen ha terminado (yo diría que con éxito) y llega el momento de recapitular y repasar esas cosillas que a uno le llaman la atención de los lugares que visita. Aquí comento algunos ejemplos: 1) Los masajes. No me voy a entretener explicando esto, ya que el amigo Uriondo lo ha hecho con estilo . Yo me libré de la exfoliación, pero no de que una china me caminase por la espalda encontrando todo punto sensible al dolor y torturándome sin piedad. 2) Vasos de agua caliente. Aparte de que a la menor oportunidad en China te ponen delante una taza de té, también es costumbre agasajar al huésped con vasos de agua calentita (para bebérsela, no para lavarse). Es curioso, pero en España me parece horrible beberme un vaso de agua caliente y allí me la bebía sin problemas. 3) Jugar al billar en pijama. En la zona de descanso del centro de tortura se podía jugar al billar, todos en chanclas y en pijama de rayas. Curiosamente, te ofrecí

El Terror, Dan Simmons

La exploración de los polos es uno de los temas que más me apasionan. Y dentro de los viajes históricos relacionados con los polos, siempre me fascinó la fallida expedición de Sir John Franklin (al menos desde que tuve noticia de ella). Este marino británico, que tenía ya experiencia en exploraciones árticas, comandó una expedición con dos barcos (El Erebus y el Terror) en busca del Paso del Noroeste , es decir, una vía navegable entre el Atlántico y el Pacífico por el norte del continente americano. La expedición partió en 1845 y, simplemente, desapareció con todos sus hombres. Todas las expediciones de búsqueda fracasaron y sólo encontraron algunas pistas en algún documento dejado por los expedicionarios en mojones levantados con ese propósito, en algunas tumbas, y en objetos recopilados por esquimales, quienes refirieron haber tenido alguna noticia de un grupo de hombres blancos que murieron de hambre y cayeron en prácticas de canibalismo. De hecho, las expediciones de rescate perd

Salamina, Javier Negrete

Normalmente me acerco con muchas precauciones a la novela histórica. Hay ciertos elementos comunes a este tipo de obras que me incomodan bastante. Por ejemplo, en muchas de ellas el autor interrumpe el fascinante relato histórico para enchufar una escena entre personajes secundarios que no viene a cuento (ni la escena, ni los personajes). En otras novelas, el autor se empeña tanto en demostrar lo bien que se ha documentado para la ocasión que no pierde oportunidad de endiñar al lector párrafos y párrafos de aburridas descripciones ricas en detalles nimios. Eso le ocurre, por ejemplo, a toda la saga de El clan del oso cavernario y sus secuelas, hay veces en que uno no sabe si está leyendo una novela histórica (prehistórica en este caso) o un tratado de botánica y geología. En la interminable serie de novelas medievales es curioso observar cómo los escritores se empeñan en contarnos detalles absurdos sobre técnicas para construir catedrales o sobre las costumbres culinarias de la época.

El día en que los sueños se hacen realidad

Probablemente no es una ocurrencia muy original (de hecho, en el editorial de El Mundo le dan vueltas también a esta idea ), pero al ver la victoria de Obama y las lágrimas del reverendo Jackson, no he podido evitar pensar que hoy es el día en que un viejo sueño se ha hecho realidad . El 28 de agosto de 1963, antes de que yo naciera, Martin Luther King Jr. pronunció el que yo creo que es el discurso más famoso de todos los tiempos. 45 años después de aquellas palabras, a mí se me erizan los pelos de la nuca cuando lo leo (y más cuando lo escucho en alguna grabación). Aquí os dejo las frases que hicieron inmortal el discurso: Tengo un sueño: que un día esta nación se pondrá en pie y realizará el verdadero significado de su credo: “Sostenemos que estas verdades son evidentes por sí mismas: que todos los hombres han sido creados iguales”. Tengo un sueño: que un día sobre las colinas rojas de Georgia los hijos de quienes fueron esclavos y los hijos de quienes fueron propietarios de esclavo