Caissa , la insaciable diosa del ajedrez, es una dama caprichosa y exigente. Cuando uno de sus fieles es ungido por su mano, y Bobby Fischer sin duda lo fue, el genio y el talento convierten al agraciado en un héroe, casi un semidiós. Cohortes de aficionados adorarán al afortunado, reproducirán sus partidas sin descanso, se maravillarán de sus combinaciones y victorias y se lamentarán con sus derrotas. Pero el don de Caissa tiene un precio. En algunos casos en forma de familias rotas, en otros en forma de soledad, de vidas desorganizadas... En el caso de Bobby Fischer el precio no fue sólo una vida agitada y en muchos casos solitaria. Caissa puso a Bobby al borde de la locura, si es que no le hizo entrar en ella de pleno. Cuenta el Gran Maestro estadounidense Andy Soltys en uno de sus libros que, cuando Fischer era un joven de talento, amigos suyos consideraron ya la posibilidad de proporcionarle ayuda psiquiátrica. Entonces alguien dijo "¿Y qué haremos si Bobby mejora y decide d