La naturaleza del juego ha cambiado. Y eso nos obliga a replantearnos la estrategia. Durante buena parte de los dos meses anteriores la partida de ajedrez que estábamos jugando contra el coronavirus se asemejaba a las grandes batallas épicas del romanticismo. El ataque del SARS-COV-2 fue, durante semanas, una embestida digna de los mejores jugadores de ataque, como el mítico Mijail Tal o el impresionante Gary Kasparov . No quedó más remedio que jugar a la defensiva, bloquear toda posible vía de transmisión del virus al igual que un jugador de ajedrez trata de bloquear y dominar las casillas críticas cuando se ve sometido a un ataque, en la espera de que la ofensiva se acabe diluyendo. Y mientras tanto, va preparando también su contra juego, ubicando sus piezas para tomar la iniciativa del mismo modo que la ciencia ha ido buscando, a un ritmo frenético, tratamientos y vacunas contra la enfermedad. Esa gran ofensiva ya parece haberse diluido. Y lo que se nos viene encima es otro tipo ...
"La ideología es una camisa de fuerza que impide el fluir del libre pensamiento" (Américo Castro)