A veces resulta muy curiosa la posición de un periodista que acaba trabajando para el departamento de comunicación de una empresa o para una agencia. En la etapa de ingenuidad (correspondiente a los años de estudios y a los primeros puestos de becario), uno se cree aquello de que va a ser un baluarte de la libertad de expresión, defensor de los oprimidos, garante de la democracia... ¡un Robin Hood de la palabra! Pero luego el destino, tu trayectoria, tu suerte y tu buen o mal hacer te van llevando por otros derroteros. Vamos, que en tu caso se vuelve a demostrar aquello de que "la vida es lo que te pasa cuando tenías otros planes". Resulta que muchos periodistas no trabajan denunciando los abusos de regímenes opresores, sino que rellenan las páginas de revistas del corazón, de publicaciones sectoriales, de medios especializados en ocio, de revistas corporativas... Hay un paso más allá. Cuando un periodista se pasa al lado oscuro de la empresa o de las agencias, con frecuencia...
"La ideología es una camisa de fuerza que impide el fluir del libre pensamiento" (Américo Castro)