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Diario de un peregrino 1

Etapa 1: 

12 de abril de 2025
Ponferrada - Villafranca del Bierzo
Unos 24 km. 
Sin bajas.

La Compostela, ese certificado que indica que va has hecho el Camino de Santiago, te la dan si haces 100 km andando (o a caballo), o 200 en bicicleta. 

Sugiero una nueva modalidad. 50 km buceando deberían ser también una muestra suficiente de devoción peregrina como para ganar el reconocimiento de la madre Iglesia. 

Llueve, llueve, llueve y vuelve a llover. He salido un momento del albergue a media tarde, porque ya no llovía... y ha vuelto a llover.

La lluvia me ha obligado a llevar una mochila algo más pesada de lo que yo habría escogido. Hay que meter algún recambio adicional, más prendas de abrigo y, sobre todo, la capa de lluvia.

Para quien no las conozca, una capa de lluvia es un dispositivo que tiene tres características:

- Se rasga con mirarla (la mía ya tiene casi desprendida la capucha)
- Es imposible volver a doblarlas para que quepan de nuevo en su funda original (lo que no me importa mucho, porque he perdido la funda por el camino) 
- Acaban tan mojadas por dentro como por fuera, ya que no transpiran y acumulan la humedad que desprende el cuerpo.

Pero alguna utilidad deben tener, porque todos los peregrinos llevamos una.

Hablando de peregrinos, lo más curioso de la etapa de hoy es que prácticamente no he visto ninguno por el camino (de hecho, sólo uno, en algún lugar entre Cacabelos y Pieros).

Al principio pensaba que yo era el único zumbao que se había puesto a caminar con tan adversas condiciones meteorológicas. Pero no, a lo largo del día el albergue se ha ido llenando y la razón principal de mi solitario caminar ha sido que yo iba el primero del grupo.

No es extraño, empecé a caminar en  Ponferrada a las 5:30 de la mañana, por el único motivo de que el autobús nocturno me dejó allí a las 5. Obviamente no había nada abierto y no había nada mejor que hacer que empezar a caminar. Por lo tanto, llevaba un par de horas de ventaja a los peregrinos que, como yo, habían comenzado su ruta en Ponferrada.

Primera anécdota. Yo me guiaba por GPS y aunque encontré una ancha vía llamada Avenida del Camino de Santiago y otra calle llamada Camino de el francés, esa no era la ruta correcta (la ruta real da algunos rodeos, imagino que para pasar por delante de algún santuario o iglesia significativa). Salí, por tanto, de Ponferrada por dónde me pareció conveniente y no encontré las tranquilizadoras conchas y flechas amarillas (que te indican que efectivamente estás en el Camino) hasta dos o tres pueblos después.

Mi reencuentro con el Camino se produjo en Camponaraya, donde encontré una cafetería abierta y pude disfrutar de un pincho de tortilla en modalidad bodoque. ¡Menos mal que estaba recién hecha! Medía unos 8 cm de altura y no tenía una pizca de jugo. Que digo yo que la moda de las tortillas líquidas se nos ha ido un poco de las manos (algunas no se pueden ni repartir), pero de ahí a la textura del desierto de Atacama hay opciones.

Los peregrinos nos acostumbramos tanto a las flechas amarillas que fácilmente bajamos la guardia. Poco después de Pieros (creo recordar) una gran cantidad de flechas amarillas apuntaban a un desvío a la derecha. Lo seguí sin pensarlo y solo unos 500 metros después me di cuenta de que eso no llevaba a buen destino, sino que era un truco, un ardid, una astucia perpetrada por un hostelero sin muchos escrúpulos que buscaba desviar a los caminantes hacia su establecimiento.

Yo había leído sobre estas argucias, así que me resigné a dar la vuelta y me juré estar más atento en adelante.

Mi maldición sobre el perpetrador, en todo caso. Quiera el destino que sus flechas no engañen a más ingenuos y acaben borradas por el paso del tiempo.

Como dije, yo iba un par de horas por delante de la mayor parte de los peregrinos. Así que llegué a Villafranca del Bierzo a las 11 de la mañana. 

Observé algo que ya vi en Cacabelos y que me preocupa: el albergue municipal cerrado. Pregunté en la oficina de turismo, donde obtuve mi credencial (esa especie de pasaporte donde te van poniendo sellos y demuestra que has hecho el Camino) y me orientaron hacia otro albergue, que lamentablemente también estaba cerrado.

Tras dar un par de vueltas, encontré otro que estaba completo (via reservas, porque llegar, no había llegado nadie), pero donde me ayudaron a localizar uno que si tenía sitio.

Me cuentan que la mayor parte de los albergues empiezan la temporada en Semana Santa, es decir, el próximo jueves, y que hasta entonces voy a encontrar muchos cerrados. No llego a entender por qué no abren desde este sábado, que mucha gente toma la semana completa de vacaciones.

Ya me las apañaré, en cualquier caso siempre se está a un taxi de distancia de algún hotel o alojamiento.

He descansado muchas horas, lo cual me viene bien, porque no estoy en forma y mañana hay una etapa muy dura. No sé si llegaré a subir el O Cebreiro, el mayor obstáculo de todo el recorrido, o me detendré antes de la subida. Veremos.

Mañana os cuento.


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