Ir al contenido principal

A vueltas con la inteligencia artificial... y su efecto sobre la inteligencia humana

Hay un libro -que defiende una controvertida tesis- del que muchos hemos oído hablar, pero que probablemente muy poca gente haya leído (yo tampoco, por cierto).

Me refiero a The Shallows: What the Intertnet is Doing to our Brains (Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?) del conocido blogger Nicholas Carr.

Básicamente, el libro sostiene que Internet nos hace más tontos. Que la facilidad con la que encontramos información y con que la absorbemos a base de pequeños bits, titulares y frases rápidas, nos está haciendo perder la capacidad de concentrarnos en obras más densas y de reflexionar de modo profundo tras la sesuda lectura de un libro (una ardua tarea, la de leer un libro entero, que ya pocos son capaces de emprender y finalizar con éxito).

Lo paradójico del tema es que lo que muchos sabemos sobre este libro también está compuesto por los bits de información que recibimos a través de Internet. Yo no he leído el libro, pero sí muchos comentarios más o menos desarrollados dispersos por Internet. Uno de esos comentarios, muy bueno por cierto, lo acabo de leer en El País, de la mano de Mario Vargas Llosa.

Destaco esta frase del texto de Vargas Llosa (un útil recordatorio para los que trabajamos en comunicación)


El libro de Carr es una reivindicación de las teorías del ahora olvidado Marshall MacLuhan, a quien nadie hizo mucho caso cuando, hace más de medio siglo, aseguró que los medios no son nunca meros vehículos de un contenido, que ejercen una solapada influencia sobre éste, y que, a largo plazo, modifican nuestra manera de pensar y de actuar. 


 Sí, los medios modfican el contenido, y los comunicadores debemos adaptar dichos contenidos a los diferentes medios con los que trabajamos. Es una verdad tan evidente en sí misma que resultan sorprendentes muchas de las cosas que los comunicadores lanzamos continuamente a los medios sin vergüenza alguna. Pero esto es tema de otro artículo.

Volviendo al libro de Carr, confieso que no lo he leído, pero creo que todavía soy capaz de hacerlo. En mi modesta opinión, la costumbre de informarme ahora vía Twitter, blogs, titulares y frases cortas, no ha limitado mi capacidad de leerme un libro, entenderlo, reflexionarlo y disfrutarlo. Cierto que sigo dejando libros a medias (cosa que he hecho desde mi más tierna infancia y que ahora no me produce pesar alguno), pero también es cierto que he sido capaz de leer obras densas y sesudas, algunas de ellas comentadas anteriormente en este blog.

No, no creo que Internet nos haga más tontos. Quizá nos haga más apresurados, pero no más tontos.

Comentarios