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Sin novedad en el frente. Diario del confinamiento, día 32: Mezquindades


Hoy voy a escribir poco, pues me he encontrado con noticias que me han puesto de mal humor, y no es cuestión de regodearse en ello.

Es cierto que las situaciones críticas sacan lo peor y lo mejor de las personas. En el mes que llevamos confinados hemos visto de todo. En el haber, hemos encontrado iniciativas solidarias de todo tipo, gente entusiasmada en los balcones y en las ventanas, empresas haciendo donaciones generosas o poniendo en marcha proyectos para dotar a los hospitales de equipamiento necesario. En el debe, políticos de poco nivel echándose los trastos a la cabeza y haciendo campaña electoral cuando no toca, descoordinación de acciones entre organismos públicos y gente desconsiderada que ha intentado saltarse las normas de confinamiento a su manera.

Hay incluso gente que se ha saltado la norma cinco, once, catorce veces. Y muy justamente han acabado en los juzgados y condenados a prisión.

Una nueva ristra de mezquindades ha empezado a aparecer en estos días y me han resultado particularmente desagradables. Me refiero a aquellos vecinos que invitan a sanitarios que viven en sus fincas a mudarse, por temor al contagio. Ha habido varios casos, y no solo con personal sanitario, también con empleados de supermercados.


"Mudarse” no es una opción viable para la mayor parte de las personas. Uno no puede decidir de la noche a la mañana dejar su casa e irse a vivir a otro sitio. Pero además este tipo de mensajes ignoran el inmenso dolor que puede producirte llegar a tu hogar tras una jornada de trabajo en el hospital o en el supermercado y encontrarte con una nota “invitándote a largarte”.

Sé que el miedo es muy mal consejero para la razón y, sobre todo, para el corazón. Pero esos sanitarios se están jugando mucho por ayudar a los demás. Y esos empleados de supermercado también. Ellos son los más expuestos de todos y lo hacen por vocación o por obligación ¡qué más da!

No sé qué tipo de decisiones erróneas podría llegar a tomar yo en una situación de miedo. No soy un héroe. Pero estoy bastante seguro de que no le pondría nunca una nota semejante a un vecino. Porque cuando acabe todo esto yo quiero volver la vista atrás, mirarme en un espejo y no morirme de vergüenza.

Hoy, la única novedad en el frente es que nuestro pariente ha recibido el alta hospitalaria. Se está recuperando tranquilamente desde su casa.


Artículos anteriores de la serie:
Diario del confinamiento, día 30: El arte de leer las señales
Diario del confinamiento, día 31: La otra forma de viajar

Comentarios

Carol ha dicho que…
¡Me alegro mucho de que vuestro familiar esté bien! :)
Respecto a lo demás... no deja de sorprenderme la bajeza moral que el ser humano es capaz de alcanzar.