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Sin novedad en el frente. Diario del confinamiento, día 43: Reality show


Comentaba un compañero periodista en Twitter que a veces tenía la sensación de que todo lo que estaba ocurriendo no era más que una versión de El Show de Truman, esa impresionante película en la que se ha creado un mundo ficticio solo para engañar al protagonista involuntario de un programa de televisión. Y que un día, al despertarnos, el inmenso estudio habría desaparecido y todo volvería a la normalidad. Me preguntaba yo qué clase de programa estaríamos viviendo. ¿Un concurso? ¿una telenovela? ¿un programa de variedades?

Por fin, tengo la respuesta. Es un Reality Show. Se trata de un inmenso concurso de televisión en el que cientos de miles de concursantes, millones, son forzados a encerrarse en sus casas y, sin que ellos mismos sepan las reglas de participación, se les van poniendo pruebas sutiles para ver quién aguanta más. Y quién soporta mejor, con más donaire y elegancia, las ligeras privaciones a las que nos vemos sometidos.

Así, las pruebas puntuables varían desde aprender a ponerse la mascarilla siguiendo las instrucciones de un ministro a las diferentes reacciones ante la posibilidad de salir con niños. ¿Interpretas bien las sutilezas del decreto del Estado de Alarma? 10 puntos para ti. ¿Te equivocas y sales de casa cuando no corresponde? Ahí vas restando. Si la policía te multa por llevar de la mano a un niño mayor de 14 años, corres el riesgo de ser eliminado durante unos días del concurso, esperándote una agradable estancia en un calabozo si eres reincidente.

De pronto, todo ha cobrado un nuevo sentido. Mañana dedicaré un rato a buscar las cámaras ocultas por mi casa. Una de ellas es evidente. Es la webcam del portátil. Que yo me creo que está ahí para las reuniones de trabajo, pero no. Está para que el público se divierta con mis muecas y expresiones varias. Supongo que los dispositivos del sistema de seguridad de la casa esconden también cámaras para seguir mis pasos por todas partes.

Hoy, los realizadores de este interesante Reality Show, que es además un experimento sociológico de primer orden, han decidido darle una vuelta de tuerca más a la situación y han cortado la luz a unas cuantas casas del entorno (incluyendo la mía). Se trata, sin duda, de una nueva prueba para testar nuestra perspicacia y habilidades de supervivencia.


De momento, hemos tenido que explicarle a mi hijo cómo hacer que una vela se sostenga de pie en una taza, derritiendo un poco de cera en el fondo para adherirla. Se ha quedado “flipao”. Porque lo cierto es que vivíamos en un mundo tan cómodo que ya ni recordábamos cuándo había sido la última vez que se había ido la luz. Y, de hecho, en sus 18 años de vida nunca se había ido tanto tiempo como para tener que ir a buscar las velas.

Confieso que creo que juego con algo de ventaja en este concurso. Cuento con un amplio equipo de supervivencia en la montaña que incluye botiquín de emergencias, navaja, diferentes tipos de cuerdas y hasta un hornillo de gas. Incluso si se va la luz durante un tiempo, algo podremos cocinar. Así que estoy preparado, y casi ansioso, para las siguientes vicisitudes que los guionistas quieran poner en nuestro camino.

Calculo que algo que está puntuando mucho es la perseverancia para mantener vivo este blog. Así que, para darle un toque adicional de ficción distópica a la realidad que estamos viviendo, ahí estoy yo, como Cervantes en el S. XVI, escribiendo mi post diario a la luz de una vela.




Pasad una buena noche y un buen domingo. Aquí no hay más novedad en el frente que el corte de luz, que esperemos que pase lo suficientemente pronto como para no tener que comernos todo lo que hay en el congelador en las próximas 48 horas.


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Comentarios

Unknown ha dicho que…
No me negarás que lo de comerte todo lo que hay en el congelador en las próximas 48 horas te ha hecho pensarlo de verdad con una sonrisa, so glotón...
Fabián ha dicho que…
Hombre, pues algo sí.😁